"CIA, JOYAS DE FAMILIA" de Eric Frattini. Ed.Martinez Roca. 2.008.


n la mañana del 9 de mayo de 1973, James Schlesinger, director de la CIA decidió firmar una ‘directiva’ que ordenaba la recopilación en un solo informe, de todas aquellas operaciones encubiertas ilegales realizadas por la Central de Inteligencia, tanto dentro como fuera de territorio estadounidense. Sin duda, Schlesinger nombrado por el presidente Nixon, DCI de la CIA, tres meses antes, no sabía que estaba jugando con fuego y que sin duda, muchos iban a ser los que iban a quemarse.

Nada más ocupar su despacho en Langley, comenzaron a llegar rumores al nuevo director sobre la participación de operativos de la CIA en el escándalo Watergate, que se encuentra en ese momento en su punto álgido y en el asalto a la consulta del doctor Lewis Fielding, el psiquiatra de Daniel Ellsberg, el analista del Pentágono responsable de la filtración a los medios de comunicación de los llamados ‘Papeles del Pentágono’.

Ellsberg, junto a otros treinta y cuatro investigadores, había sido elegido por el entonces secretario de Defensa, Robert McNamara, para realizar una completa investigación sobre las relaciones entre Estados Unidos y Vietnam. Ellsberg se ocupó de la etapa de la administración Kennedy. El proyecto fue llevado a cabo en dieciocho meses, pero en 1971 y para protestar por la intervención de su país en el sudeste asiático, Daniel Ellsberg filtró al ‘The New York Times’, los llamados ‘Papeles del Pentágono’, cerca de 3.000 páginas de análisis clasificados más otras 4.000 páginas de documentos vinculados, con clasificación de ‘Alto Secreto’ y ‘Alto Secreto-Sensible’. Un equipo de agentes de la CIA, dirigidos por el famoso Howard Hunt, penetró en la consulta del psiquiatra de Ellsberg para robar su historial médico, con el fin de dañar la reputación del analista.

Tras un largo juicio, el juez rechazó los cargos y absolvió a Ellsberg, cuando fue informado por el fiscal especial del Watergate, que dos consejeros de la Casa Blanca de Nixon, Charles Colson y Jebb Magruder, habían ordenado el asalto. El juez alegó que se habían violado los derechos civiles de un ciudadano estadounidense por parte de un órgano del gobierno con ayuda de oficiales de una agencia de seguridad. Este fue uno de los hechos que llegó a oídos del director Schlesinger para redactar la famosa directiva.

El llamado ‘Memorandum Schlesinger’ estaba formado por cuatro puntos claros, y dirigido a todos los empleados y oficiales de la CIA.

-“Recientemente diversos artículos de prensa han detallado ciertas actividades de la CIA con respecto a Howard Hunt y otras partes. El actual conocimiento de estas historias serán investigadas por el Comité de Asignaciones del Senado. Viendo todo esto, la Agencia se limitará a dar asistencia en respuesta a los requerimientos de los funcionarios (del Senado). La Agencia cooperará con los cuerpos de control de Fuerzas de la Ley, sobre sus actividades pasadas y que continúan realizándose”-.

En el punto 2 del memorando, el DCI Schlesinger era mucho más duro: -“Todos los empleados de la CIA deben comprender mi actitud sobre este tipo de asuntos. Yo tengo entre mis poderes, el proteger las actividades de la CIA, aunque siempre sin desviarse de la estricta interpretación de su carta legislativa. En esta posición, yo estoy determinado a que la ley sea respetada y porque este es el mejor camino para fortalecer la legitimidad y necesarias contribuciones que nosotros en la CIA podemos hacer para la seguridad nacional de los Estados Unidos”-.

En el punto 3, James Schlesinger, dejaba bien claros cuales serían sus objetivos:
-“Yo he tomado acciones severas para implementar este objetivo: Yo he ordenado a todos los oficiales operativos de esta agencia, que me informen a mi de forma inmediata de cualquier actividad que se este llevando ahora a cabo, o que hubiese sido llevada a cabo en el pasado, y que fuera realizada fuera de la carta legislativa de esta Agencia; Yo me he dirigido directamente a cada empleado de la CIA para informarme de cualquier actividad de este tipo y de las que tuviera conocimiento. Yo invito a todos los ex–empleados a hacer lo mismo. De cualquier forma para cualquier información puede llamarse a mi secretaria (extensión 6363) y decir que él desea hablar conmigo sobre “actividades fuera de la carta de la CIA”’-.

Para finalizar su escrito a todos los funcionarios y oficiales de operaciones de la CIA, James Schlesinger terminaba diciendo en el punto 4:
-“Para asegurar que las actividades de la Agencia son correctas en el futuro, yo he decidido promulgar una orden a todos los empleados de la CIA: Cualquier empleado de la CIA que crea recibir instrucciones de cualquiera por inconsistente que parezca y que crea contraria a la carta legislativa de la CIA, deberá informar inmediatamente al Director de la Central de Inteligencia”-.

La delicada misión de recopilación de datos fue encomendada a William Colby, subdirector de operaciones; Scott Breckinridge, subinspector general de la CIA; y al director de Seguridad de la Agencia.

En menos de una semana, la CIA debía recopilar en un amplio informe la lista de operaciones clandestinas y definidas por el propio Schlesinger como: ‘Actividades Altamente Volátiles’. Semanas después, un selecto equipo de analistas y agentes de seguridad de la ‘Compañía’, recopilaban en casi 700 páginas, datos, detalles y cifras de operaciones ‘Altamente Volátiles’, como por ejemplo la llamada Operación CHAOS; el programa ilegal COINTELPRO de espionaje doméstico; el Plan HOUSTON, un proyecto de espionaje doméstico dirigido desde la Casa Blanca por los hombres de Nixon; contactos con los ‘fontaneros’ de la Casa Blanca con ex agentes de la CIA como Howard Hunt; el programa de escuchas y registros ilegales; el programa de apertura no autorizada de correo de ciudadanos estadounidenses; planes de asesinato de líderes políticos de Cuba, el Congo o la República Dominicana; los documentos relativos al uso experimental de drogas alucinógenas para experimentos de lavado de cerebro dentro de la llamada Operación MKULTRA; la interceptación de comunicaciones y vigilancia de prestigiosos periodistas de diversos medios de comunicación de los Estados Unidos y así, hasta 300 operaciones que violaban claramente las carta legislativa de la Agencia Central de Inteligencia.

El propio Breckinridge declararía años después: “Ellos fueron separando los informes en pequeños grupos y a su vez, divididos por directorios separados, incluyendo una sección para el material ‘altamente sensible’. Más tarde, los documentos fueron revisados por el Departamento de Justicia para determinar si aquellas páginas mostraban actos delictivos. Si era así, cada página era numerada correlativamente, se incluían páginas en blanco y se dividían en secciones con anotaciones especiales. Al final el Departamento de Justicia, reportó en 693 páginas, diversos asuntos ilegales. Ninguna acusación fue llevada a cabo por parte del Departamento de Justicia”.

Schlesinger, tenía su informe, pero no sabía que al firmar la directiva aquel 9 de mayo, estaba abriendo la ‘Caja de Pandora’ y que ya no iba a poder cerrarse, una vez que los secretos de la CIA, comenzasen a dispersarse.

El DCI había sido nombrado director de la Central de Inteligencia, el 2 de febrero de 1973 por el presidente Richard Nixon, en pleno escándalo ‘Watergate’. Economista y experto en Energía y Seguridad Nacional, el nuevo director de inteligencia procedía de la Reserva Federal y de la poderosa corporación RAND. El primer contacto de James Schlesinger con la inteligencia sucedería a través de la Oficina de Presupuestos. Allí tendría la misión de reducir y controlar los presupuestos ‘secretos’ de la comunidad de inteligencia, con la tarea expresa de despedir a casi un millar de operativos con más de veinte años de servicio. Los espías estadounidenses harían famosa la expresión: “Mister 20añosyfuera”, al referirse a James Schlesinger.

El DCI deseaba conocer de primera mano las operaciones ‘Altamente Volátiles’ que hubieran podido llevar a cabo los espías de la CIA en nombre de los Estados Unidos. Estas operaciones eran definidas por los altos oficiales de Richard Helms, el anterior DCI, como los ‘esqueletos’; los ‘esqueletos del armario’, o sencillamente como, los ‘testículos de la CIA’.

Richard Nixon en los últimos minutos de su deshonrosa presidencia, había decidido cesar fulminantemente a Richard Helms como director de la CIA. Nixon diría posteriormente en sus memorias que Helms, “no le había ayudado lo suficiente en la cuestión del Watergate”. Schlesinger, resultó ser un candidato de consenso y un DCI de ‘transición’.

El 4 de septiembre de 1973, y tras cesar antes a James Schlesinger, Richard Nixon nombró director de la CIA a William Colby, el mismo hombre que reunió las ‘Joyas de Familia’ cuando era el todopoderoso director de operaciones. Nacido el 4 de enero de 1920, en Sant Paul, Minnesota, Colby hizo carrera en el ejército, intentando ampliar sus estudios en Princeton y West Point. Pero la prestigiosa academia militar decidió rechazarlo como candidato, debido a sus problemas visuales.
Sin desistir en su empeño de unirse a la carrera militar, Colby se alistó en la Reserva del Ejército. En agosto de 1941, cuatro meses antes del ataque japonés a Pearl Harbour, William Colby se alistó voluntario en las fuerzas aerotransportadas, pero durante su segundo salto de entrenamiento, se partió un brazo, obligándole a estar de baja durante un algún tiempo. En marzo de 1943, el teniente Colby recibió un día una visita de un militar que dijo pertenecer a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). Minutos después, William Colby se unía voluntario, al que sería el precursor de la CIA.
En 1944, sirvió en la Francia ocupada y un año después, en la Noruega ocupada. Tras el fin de la contienda, William Colby se unió al despacho de abogados de William Donovan, el director de la OSS durante la guerra. En junio de 1950 con el estallido de la Guerra de Corea, Colby se unió a la CIA. Tras un breve paso por las estaciones de Estocolmo y Roma, Colby sería nombrado en 1959, jefe de la importante y activa estación de la CIA en Saigon, en plena actividad clandestina de los espías estadounidenses en Asia.

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