"LA HISTORIA SECRETA DE LA CIA" de Joseph J. Trento Ed, Peninsula. 2.003

“Kennedy había decidido abandonar el espionaje encubierto a favor de la inteligencia electrónica, la única que había proporcionado verdaderos resultados”

La CIA no ganó la guerra fría. De hecho hizo muchísimo porque Occidente la perdiese. Ese es el juicio devastador del autor. Y es un juicio apoyado en una investigación basada en las entrevistas a diversos miembros de la CIA, destacando por encima de todos James Jesus Angleton, Mother, el brujo negro del contraespionaje americano.

La CIA, la anglófila CIA, fue ante todo un deseo de Allen Dulles, un mujeriego fantasioso. Igual que su célebre hermano, la vida de abogado en Nueva York le resultaba insoportablemente aburrida. Quería aventura, quería mujeres y quería poder. Y una agencia estatal de espionaje se la podía proporcionar. Que no tuviese la más mínima capacidad para dirigirla, o la más simple idea de cómo reclutar personal que pudiese hacer el trabajo que se esperaba de ellos, no le importaba. Mujeres, viajes y misterio. Eso es lo único que quería Allen Dulles. Para organizar su nuevo reino no dudó en recurrir a un profesional en la materia: Kim Philby.

Dulles creó una dinastía de “espias” semejante a él. Personajes solo interesados en la buena vida, en la fácil existencia en países baratos donde era sencillo conseguir amantes jóvenes y alcohol a precio de saldo. Para justificar su estilo de vida se “producía” información por el simple método de comprársela a cualquiera que estuviese dispuesto a venderla…Normalmente agentes del KGB.

Durante toda la guerra fría el KGB manipuló e infiltró a la CIA siempre que le vino en gana, y la CIA mantuvo virtualmente ciegos a los presidentes de EEUU siempre que se la necesitó. Una y otra vez la CIA se equivocaba, pero sus contactos de alto nivel, y la nube de mentiras que difundía sobre su importancia le permitían salvarse. Y eso a pesar de que los medios electrónicos de espionaje, como el programa VENONA, producían un material de alta calidad que la CIA no podía ni soñar con conseguir.

El libro es audaz y atrevido. Acusa incluso a la cúpula soviética de haber ordenado el asesinato de JFK, que fue una operación entre miembros del politburó opuestos a Kruschev y los servicios de inteligencia cubanos, con la que se privaba al líder comunista de su principal aliado y se enviaba un mensaje a Castro de total apoyo a su régimen.

Se trata, no hay que olvidarlo, de la versión de la historia oficial por parte de exagentes de la CIA, que fueron expulsados normalmente en situaciones poco claras. Aún así los juicios del autor están bien asentados en datos, y muchos son de una dolorosa evidencia: Como que la CIA apoyó activamente a los grandes traficantes del triangulo de oro y que fue incapaz de proporcionar a las tropas en Vietnam informaciones de interés. Su incompetencia alcanzó el límite más desastroso durante la ofensiva Tet, que la CIA no se había cansado de afirmar que era imposible, y que incluso en el caso de producirse, jamás podría afectar a Saigón.

Solo la KGB sale bien parada en este libro. Una organización profesional, eficiente y despiadada, cuyos miembros solo actuaban con un objetivo: El éxito.

No deja de resultar curioso que la imagen que las novelas de espías occidentales suelen dar de los agentes soviéticos sea en realidad la de los agentes de la CIA: Individuos solo preocupados por la comodidad material, sin auténticos ideales, que engañan y sobornan a otros , y que camuflan su incompetencia, incluso bordeando la traición, para poder seguir disfrutando de sus privilegios.

Teniendo en cuenta los recientes “éxitos” de la CIA en la lucha contra el terror, me temo que tenga que darle un voto de confianza al autor.

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